San Valentín es la excusa para sentarnos y reflexionar sobre la representación del amor en los videojuegos. Su tratamiento ha ido variando con el paso de los años, ligado al propio proceso de madurez que ha atravesado el medio.
El amor es ese sentimiento que nos conecta como humanos. Para algunos es el motor de la vida, para otros una fuente de desdicha. En cualquiera de los casos, todos lo hemos experimentado. Nos cambia, nos cincela como individuos. Aprendemos de él e inunda cuanto nos rodea. Todo está impregnado de su fragancia. El amor está en un roce, en una mirada que se cruza, en el titubeo de los adolescentes… ¿pero es fácil replicar eso en un videojuego?