Dad of Light: Cómo recuperar el amor de un padre gracias a Final Fantasy XIV
A quienes llevamos jugando a videojuegos durante años no nos sorprende su capacidad para explorar terrenos que trascienden la mera interacción con un avatar en pantalla. Gracias a Sora de Kingdom Hearts sentimos como nuestra su preocupación por los amigos. Con Final Fantasy VII entendimos que siempre es necesario luchar por una causa, aunque el fin no justifique los medios. En títulos como Ico o Brothers: A Tale of Two Sons iniciamos a través de esos niños un viaje en busca de la identidad personal para comprender que todo crecimiento siempre acarrea pérdidas. Los videojuegos, en un caso u otro, continuamente recurren a sentimientos o valores universales que conectan a personas de cualquier parte del mundo sin importar el contexto cultural, étnico o generacional. Ese es el mensaje principal que se desprende de Dad of Light, una serie inspirada en Final Fantasy XIV ya disponible a través de Netflix.
El piloto arranca con una escena en la que un padre, tras ver cómo su progenitor de apenas diez años pasa las tardes de verano aburrido en casa, decide comprarle un videojuego. Juntos se dirigen a una tienda y los ojos del niño despiden un brillo especial cuando se fija en un título concreto desde el escaparate del comercio: Final Fantasy III. A partir de aquí presenciamos toda una inyección de nostalgia en la que no faltan momentos en los que padre e hijo comparten noches jugando al juego de Square Enix alumbrados tan solo por el fulgor que desprende aquel televisor de tubo mientras la clásica fanfarria de victoria suena en segundo plano invitándoles a proseguir la aventura.
Sin embargo, nada dura para siempre. Con los años la vieja Famicom se guarda en un cajón y la relación de aquel padre con su hijo se enfría ante los vaivenes de la vida. Ahora ya ha cumplido 60 años y apenas es capaz de mantener una conversación con el resto de su familia. Tras dimitir de su trabajo y con una ingente cantidad de tiempo libre ahora que afronta su jubilación, el joven busca recuperar el amor de su progenitor a través de Final Fantasy XIV con la esperanza de que recuerde aquellos días en los que ni dormían jugando juntos. Es así como decide comprarle una PlayStation 4 con el juego para acompañarlo de incógnito por el vasto mundo online.
El origen de Dad of Light radica en una historia real muy popular en Japón en la que un chico de veinte años cuenta a través de un blog las aventuras que vive en Eorzea junto a su padre sin que este sepa que el personaje que le acompaña es su propio hijo. De esa forma busca recuperar el tiempo perdido a la vez que hace partícipe a toda la comunidad de Internet de los avances de aquel hombre que, a medida que aprendía a jugar, también empezaba a acercarse a su hijo. El protagonista absoluto de la serie es Final Fantasy XIV y todo fan de la saga reconocerá ciertos guiños más que evidentes, pero el mensaje es mucho más universal y puede replicarse a cualquier otro juego que tengáis en mente.
Como toda ficción quizás se romantiza en exceso cada situación en la búsqueda de un efectismo sentimental, pero no hay que irse a casos tan extremos como el de un padre y un hijo que se dejan de hablar. Seguro que con primos, amigos o hermanos habéis pasado tardes enteras pasando el mando a la vez que descubríais nuevos secretos juntos. Esa es la idea que prima en esta comedia almibarada de diálogos tontorrones y humor socarrón (¿hay algún dorama que no lo sea?), pero que por encima de todo resulta simpática por el inocente retrato que se hace de sus personajes. Como adaptación de un blog a la pantalla cabe destacar la forma en la que han cuidado los detalles, desde el devenir de los acontecimientos hasta la representación del avatar de padre e hijo. De ellos han mantenido la ropa y aspecto utilizados en la historia original (el joven maneja a una chica con orejas de gato), así como hasta las poses que empleaban en las fotos que acompañaban a los textos de su diario virtual.
Como seguidor de Final Fantasy el visionado de Dad of Light es imprescindible y, en general, es una serie con el suficiente valor didáctico como para recomendarla a quien busque una comedia de fácil visionado con los videojuegos como pretexto para contar una historia entrañable. Eso sí, esconde tu cartera porque después de ver los ocho capítulos es posible que quieras comprar una suscripción mensual a Final Fantasy XIV…