Scalebound cancelado, no te entiendo Microsoft
Pues con el título de esta entrada se resume todo. Sí, seguro que muchos ya lo saben, pero por si acaso aquí lo cito, Microsoft ha cancelado después de dos años de anuncios, gameplays y retrasos uno de los llamados a ser buque insignia para los poseedores de una Xbox One, Scalebound, un encargo de los dueños de Windows al genial grupo de programación Platinum Games capitaneados por el no menos brillante Hideki Kamiya.
Es en este momento en el que se abre la caja de pandora y parece que los cimientos de la industria se tambalean, tanto los poseedores de una One como los de otras plataformas no salen de su asombro. ¿Cómo es posible que después de tanto tiempo y de ver desarrollos más o menos sólidos se llegue a este desenlace? Seguramente nunca se sepa a ciencia cierta y no me voy a dedicar a especular sobre el tema, simplemente ha pasado y ya está. ¿Es una lástima? No, una lástima no, un drama más bien.
Vaya por delante que después de haber visto de todo en el sector uno no se puede sorprender casi de nada, pero no por ello tu corazón se hace pétreo y te da igual lo que acontezca. Es increíble ver cómo el ser humano no aprende del pasado y sigue cometiendo errores más o menos similares y que suelen lastrarse hasta el final. En este caso el error es traicionar la confianza de los usuarios. Algo que no pocas compañías de videojuegos han hecho y más de uno lo ha pagado caro, muy caro. Para muestra un botón, Sega convirtió su Megadrive/Genesis en prácticamente un Transformer al que se le acoplaban multitud de expansiones para venderte una hipotética consola de 32 bits que no llegaba a la altura de lo que prometía. Esto creó cierta desconfianza hacia la compañía retroalimentada por acciones de dudosa eficacia con la Saturn, lo que derivó en el fiasco de Dreamcast… Una buena máquina que pagó los platos rotos de la mala praxis de sus creadores. Ya nadie confiaba en Sega, tratar al usuario mal nunca es bueno.
El caso es que habrá quien defienda a Microsoft en muchos aspectos, conste que yo mismo tengo un Xbox One S adquirida recientemente, así que hablo con conocimiento de causa. Es una buena consola y la compré, aunque nadie lo crea, por sus exclusivos. Tengo una PS4 y en el último periodo de rebajas estaba decidido a adquirir una gráfica, pues lo único que impide que pueda jugar en mi PC a los exclusivos de los de Redmond es su potencia, pero mi economía no daba para tanto y en mis ilusiones pensé que podría hacerme con una buena tarjeta. Craso error, pero un golpe de suerte hizo que se pusiese a tiro una Xbox One S por la mitad de lo que cuesta una GTX 1060. Bien es verdad que de esta manera no podré jugar a Forza Horizon 3 a 1080p y 60FPS pero bueno, del mismo modo no tengo una PS4 Pro y con la normal me apaño bien, además de que así no tengo que pasar por la Store de Windows 10 que dicen que va de aquella manera…
Uno de los exclusivos a los que más ganas tenía es este defenestrado Scalebound que viniendo de los creadores de Bayonetta o el próximo NieR:Automata y después de ver el espectacular teaser mostrado en el último E3 (ojo, hace escasos 6 meses) tenía una pinta poco menos que impresionante. Un verdadero motivo para estar orgulloso de formar parte del ecosistema creado por el gigante norteamericano, ya sea en PC o consola.
Pero después de lo ocurrido uno no puede más que malpensar y a poco que se hagan cuentas te da en la nariz que, como se diría en otros ámbitos, se ha obrado con premeditación y alevosía. Es evidente que Microsoft sabía de este desenlace cuando menos hace pocos meses y se han callado, han esperado a que pasen las navidades para hacer caja, con la esperanza de que esta noticia no cale con rotundidad entre sus usuarios y se olvide más pronto que tarde. Eso puede pasar con los jugadores menos metidos en la materia, que a fin de cuentas les vale con tener sus juegos de toda la vida y poco más. Pero con los que están más metidos en harina, con los que se informan, con los que viven esto con más pasión que la de una simple afición eso no va a pasar. Se acordarán y ya sea para comprarse una consola o para que cuando llegue el amigo de turno y te pregunte por tu opinión a la hora de comprarse una máquina ahí queda el engaño. Es pan para hoy y hambre para mañana. Phil Spencer ha realizado muy buenas maniobras desde que tomo el timón de la división de videojuegos de MS pero esto no es un borrón, esto es un engaño sin solución de retorno y como antes dije, esto se paga.
Habrá quien diga que Sony mintió con No Man’s Sky. El juego no es lo que prometían y no les falta razón, pero el juego se lanzó y la boca de la que salieron las mentiras no era de un miembro de Sony, era la de Sean Murray, la cabeza visible de Hello Games, los desarrolladores reales del juego. Por otro lado está The Last Guardian, durante casi 10 años un unicornio que se vio en la primera década de siglo y bien es verdad que no apareció en PS3, pero aquí lo tenemos, lo prometido es deuda y finalmente el juego ha salido a la luz. Por todo esto no vale el y tu más porque aunque sea verdad que en todas partes cuecen habas tu rival encima ha sabido maquillar sus fallos para que, como los buenos abogados, no puedas esgrimir ese argumento en su contra.
Al final todo se resume en una cosa: puedes hacer las cosas mal, puedes fallar en tus previsiones, en la calidad de tus productos, en tus balances y predicciones, tener mala comunicación… Los usuarios de Nintendo sabemos de lo que hablo. Pero lo que no puedes hacer es mentir, porque la confianza es sagrada a la hora de invertir tu dinero y este es un vicio caro, sano, pero caro.