Cuarto Milenio y la fantasmada de Pokémon GO
Me encanta Iker Jiménez. Quien me conozca sabrá que lo cito continuamente como uno de los mejores comunicadores que tenemos en nuestro país. Se trata de una rara avis en su profesión, alguien que sin necesidad de pinganillo ni teleprompter es capaz de cautivar al espectador con la palabra.
Iker Jiménez en muchos aspectos es anacrónico, pues en una televisión marcada por la pirotecnia y la artificialidad él actúa como los chamanes que congregaban a una gran multitud alrededor del fuego para contar viejas leyendas y proverbios. Es -y aunque muchos me miren raro por decir esto- un artesano de la retórica que encandila a la audiencia sin importar la trascendencia de su relato. Da igual que hable de tiburones asesinos o misteriosas apariciones en un castillo de Transilvania, pues su hiperbólica pasión por el oficio inunda cada narración.
Quería aclarar esto porque hay quien solo ve en Iker Jiménez un friki que presenta programas sobre fantasmas. No solo es simplista, sino una ofensa a una forma única de comunicar que tanta falta hace en nuestros días. Siempre he querido creer en algo más, pensar que existen formas de vida en otros planetas y que los gobiernos conspiran contra nosotros. Todo ese pensamiento se iba alimentando con cada programa de Milenio 3 y Cuarto Milenio que veía. Sus debates intentaban (y digo intentaban porque no siempre estaba tan claro) ser objetivos con expertos en campos como la medicina frente a creyentes incondicionales del misterio. Era una conjunción casi mágica que nos dejaba momentos para el recuerdo, casi siempre protagonizados por Enrique de Vicente y José Manuel Nieves.
Es por todo lo anterior que muchos deseábamos que comenzara la nueva temporada de Cuarto Milenio. Tras más de diez años en antena, su regreso se produjo hace unos días precedido de un nuevo formato con el que cubrir la franja del access prime time en Cuatro bajo el nombre de Cuarto Milenio ZOOM. Ellos mismos lo definen como «un magazine en el que informamos sobre las noticias menos conocidas, las que no salen en los medios» y en su primera emisión ya avanzaban que tratarían el gran fenómeno del verano: Pokémon GO.
Los que somos espectadores asiduos no le dimos mayor importancia. No es la primera vez que aprovechan un tema de actualidad como eje central del programa y como ejemplo cercano está el episodio dedicado a la muerte de David Bowie. Casi siempre cometen errores que para el desconocedor de la materia pasan desapercibidos, pero que con indagar un poco es inevitable llevarse las manos a la cabeza. Con Pokémon GO íbamos preparados y sin mayores pretensiones que las de ver el enésimo programa que utiliza al juego de Niantic como vehículo para aumentar el share.
Sin embargo, el asunto empezaba peor de lo que cualquiera hubiera podido esperar. «Buenas noches, hoy vamos a hablar de Pokémon GO. Aparentemente es un juego, pero se habla de la CIA, de manipulación mental, de zombificación general…», así es como Iker Jiménez se dirigía a la audiencia nada más comenzar la emisión y no fue a mejor. Carmen Porter empezaba a aportar datos como «la cara oculta que tiene la última gran moda. De cada 100 pedófilos, 57 de ellos tenían pokémons en la puerta de sus casas». Esta fue tan solo la primera de muchas perlas que continuaron durante la media hora de explicaciones y testimonios. ¿Nadie les explicó que la localización de los pokémon no la elige la persona? ¿Hay que asustarse si frente a la casa de nuestro vecino hay un Zubat?
Una narración con música siniestra introducía datos inconexos y frases lapidarias: «El director de cine Oliver Stone calificó la app como capitalismo de la vigilancia. Hay quien va más lejos y opina que podría tratarse de un sofisticado experimento sociológico. […] Pokémon GO se convierte en un estado disociativo automático, programado, que nos hace actuar como zombis».
En general recaían constantemente en la idea de que altas instancias del gobierno estadounidense utilizaban el juego para controlar a las personas y es alarmante la ligereza con la que recurrían a términos que hasta hace unos pocos minutos debían de ser desconocidos para los miembros del programa. Enrique de Vicente salía a cámara, pensativo, hablando de los peligros que entraña «la moda del pokemoneo».
Y honestamente no tengo intención de seguir analizando todo lo que vino después. Por supuesto no podía faltar toda la lista de accidentes que por culpa de Pokémon GO se han producido. Que si una mujer se cae al metro mientras jugaba, que si un señor se precipitó desde la azotea de un edificio intentando capturar un pokémon «raro»… Pero aun viendo las costuras del programa y siendo conscientes de que el objetivo era llamar la atención, llega demasiado tarde.
El juego hace semanas que dejó de estar de moda y lo que hace un mes podía haber interesado al público poco habitual a este tipo de productos, ya no consigue su efecto. Lo que vimos en pantalla no era más que a un grupo de personas hablando sobre un fenómeno que a estas alturas huele más a rancio que a interés social, poco menos que un intento desesperado de llamar la atención.
Hubo esperanzas cuando Juan Arenas salió a explicar los aspectos positivos del juego, pero su intervención fue meramente anecdótica tras escuchar testimonios de presuntos expertos comentando los efectos negativos de la aplicación. La ligera pátina de moralidad con la que Iker Jiménez cubre su programa acaba siempre en conclusiones desdibujadas y sin un posicionamiento claro. En muchas situaciones es comprensible, pero en este asunto no pueden existir medias tintas. Dedicar 25 minutos a la manipulación y control de información que provoca Pokémon GO y tan solo 5 minutos a las ventajas que aporta en cuestiones de socialización y salud es preocupante, pero lo es aún más si acabas el reportaje comparando y dando paso a noticias sobre conspiraciones en el CERN.
La promo que la revista Pronto emite estos días por televisión
Lo de Cuarto Milenio no es un caso aislado ni es la primera vez que se utiliza el desconocimiento como herramienta para perpetuar prejuicios y estigmas en la industria del videojuego. Los medios de comunicación tienen una función social y, sobre todo, una importante responsabilidad. Su compromiso debería ir más allá de alimentar falsos mitos y en su lugar abrazar una postura incluyente cuando se habla del sector no solo por los beneficios económicos que reporta, sino por su papel activo en nuestra sociedad.
Antes me recreaba hablando sobre las dotes comunicadoras de Iker Jiménez y la pasión que pone en todo lo que hace. El pasado domingo no vi nada de eso y es la razón por la que quizás no me creí su relato. Me sentí como ese niño que espera todas las noches a que su padre le cuente un cuento y se siente decepcionado cuando el libro no responde a las expectativas. Con Iker el secreto siempre ha estado en la forma y no en el fondo. Qué pena.